- Incertidumbre por la evolución de la inflación y la senda de los tipos de interés ante la evolución del contexto político y empresarial. El Banco Central Europeo (BCE) ha subido los tipos de interés varias veces para combatir la inflación, pero se enfrenta a la presión de algunos sectores que piden una pausa para evitar el enfriamiento de la economía. Además, la formación de Gobierno tras las elecciones de julio genera dudas sobre las políticas económicas y fiscales que se aplicarán.
- Integración de los criterios ESG (ambientales, sociales y de buen gobierno) en las decisiones que atañen al mercado inmobiliario. Los inversores cada vez valoran más estos factores en sus estrategias empresariales, buscando un equilibrio entre la rentabilidad y la responsabilidad social y ambiental. Esto implica una mayor atención a la eficiencia energética, la sostenibilidad, la diversidad, la transparencia y la ética.
- Preocupación generalizada por la emergencia climática y la necesidad de rehabilitación. La futura aprobación de la Directiva de Eficiencia Energética en Edificios (EPBD) supondrá la eliminación progresiva de las calefacciones con combustibles fósiles y la exigencia de un nivel mínimo de eficiencia energética para las viviendas que se quieran vender o alquilar. Esto impulsará la demanda de rehabilitación y renovación de los edificios existentes, así como la construcción de nuevos espacios residenciales más sostenibles y resilientes.
- Auge de las nuevas formas de vivir y trabajar. La pandemia ha cambiado los hábitos y preferencias de los consumidores, que buscan más espacio, luz, confort y flexibilidad. Esto se traduce en un mayor interés por las viviendas unifamiliares, las zonas periféricas y rurales, el teletrabajo y el coworking. También se observa un aumento de la demanda de soluciones habitacionales alternativas, como el coliving, el cohousing, el cambio de uso de espacios comerciales y oficinas, o el alquiler con opción a compra.
- Recuperación de la inversión inmobiliaria. Tras el impacto de la crisis sanitaria, se espera que la inversión inmobiliaria se recupere entre el primer y el tercer trimestre de 2024, impulsada por la mejora de la confianza, el crecimiento económico y la disponibilidad de financiación. Los activos más atractivos para los inversores serán la vivienda y las naves logísticas, seguidos por el sector hotelero y el retail.
- Escasez de vivienda y aumento de los precios. La oferta de vivienda sigue siendo insuficiente para cubrir la demanda, especialmente en las grandes ciudades y en el segmento de la vivienda asequible y social. Esto provoca una presión al alza sobre los precios, que ya han superado el nivel previo a la burbuja inmobiliaria de 2008. Se prevé que los precios sigan subiendo en 2024, aunque a un ritmo más moderado que en años anteriores.
- Digitalización y uso de la inteligencia artificial. El sector inmobiliario está incorporando cada vez más las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial para mejorar la eficiencia, la transparencia, la seguridad y la experiencia de los clientes. Algunos ejemplos son el uso de plataformas digitales, aplicaciones móviles, big data, blockchain, realidad virtual y aumentada, drones, chatbots, asistentes virtuales o smart contracts.
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